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Muchas veces sentimos y observamos que la ayuda que ofrecemos no «llega» allí donde estaba puesta la mirada y dejan de obtenerse los resultados esperados.
Os dejo una serie de artículos que espero sean de vuestro interés:
¿Qué puedo hacer si me siento culpable?
Dos vías posibles pueden ser tomadas:
- O bien me hago daño, dejando de aportar una solución e incrementando el sufrimiento(expiar).
- O bien reparo el daño causado sirviéndome de la fuerza generada al asumir el sentimiento de culpa.
EXPIACIÓN Y REPARACIÓN DE UNA CULPA
«Quiero agregar algo a cerca de la expiación. Cuando una persona ha hecho daño a otra y expía por ello, ¿qué es lo que está haciendo? Se está haciendo daño a sí mismo. ¿Pero de qué le sirve esto a quien fue dañado? ¿Le sirve de algo? ¿Y entonces, para qué la expiación?
Quien expía una culpa lo hace únicamente para sí mismo, para volver a sentirse bien. Es decir que la expiación se refiere al ego(yo).
Cuando una persona realmente quiere reparar algo, debe mirar a los ojos de la otra persona y hacer algo por ella;hacer algo para que ese otro esté mejor. De esta manera él también se va a sentir mejor.
Ahora, en la sociedad existe la necesidad de que los delincuentes expíen. Para la sociedad eso es importante. Una sociedad solamente puede subsistir si los delitos cometidos en contra de la sociedad son castigados. Son expiados mediante ese castigo. Pero algunos de los que han expiado de ese modo consideran que con eso la culpa ya pasó. Pero, si por ejemplo, alguien permanece en prisión durante diez años por algo que cometió en contra de otro, y no se encuentra con esa persona, y tampoco se logra una compensación entre ellos, la situación entre ambos aún no ha sido reparada.
En Viena, un jesuita me relató la manera en la que él se ocupa de delincuentes juveniles. Va junto con ellos a ver a las personas a las que ellos han dañado. Uno de ellos le había robado a una anciana el bolso en el que guardaba todos sus ahorros. Este jesuita fue con el delincuente a ver a la anciana, y tuvo que mirarla. Tuvo que ver cuán pobre era la mujer. Luego el joven le dijo: “Lo siento”. Y le preguntó a la mujer qué podía hacer él por ella. Ella le dijo:“Puedes limpiar mi jardín”. Él puso manos a la obra y durante cuatro semanas trabajó limpiando el jardín. ¿Eso fue expiación? No, pero fue una reparación. Después de las cuatro semanas, la anciana sentía cariño por el joven. Y él mismo estaba distinto. Aquí es donde se nota la diferencia.
Pero también hay una injusticia o heridas que no se pueden reparar. Mucho de lo que hemos hecho a otras personas, en lo que se refiere a daño en el cuerpo y en la vida, no podemos repararlo. Si alguien ha matado a una persona en un accidente automovilístico, no lo puede reparar. ¿Cómo se maneja esa culpa? Uno mira a aquél que murió a los ojos y dice: “Siento mucho lo que ha ocurrido. No lo puedo reparar. Pero hago algo bueno en tu memoria.” La sensación de culpa al reconocerla le da fuerza y con esa fuerza hace algo bueno, por ejemplo, algo para las personas que han sufrido daño en accidentes de tráfico. O un asesino se imagina que mira a la víctima a los ojos y le dice: “ En tu memoria me hago cargo de algo peligroso, algo que otras personas no se atreven a hacer.” Por ejemplo, desactivar bombas. Eso es un trabajo peligroso. Si él lo hace en memoria del muerto, tiene la fuerza necesaria. Al mismo tiempo el muerto es honrado y puede descansar en paz. Esa es la diferencia entre expiación y reparación.
Cuando el avión Concorde se precipitó en París, los familiares de las víctimas recibieron un millón de dólares en concepto de reparación. ¿Qué efectos tiene eso en el alma de los sobrevivientes?¿Podéis sentirlo en vuestro interior? Si toman el dinero y lo gastan, ¿Qué ocurre en su alma? No importa lo que compren, siempre dirán a las víctimas: “He obtenido un beneficio de tu muerte” ¿Y qué ocurre entonces con el duelo? ¿Es posible hacerlo?¿Os dais cuenta de lo que ocurre en las almas como consecuencia?»
Después del conflicto la paz, BERT HELLINGER, Editorial Alma Lepik,(pag 198-199)